El equinoccio de otoño en las civilizaciones antiguas: Importancia agrícola

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El equinoccio de otoño, que ocurre alrededor del 22 o 23 de septiembre aunque la entrada oficial del otoño sea el 21 de septiembre en el hemisferio norte, marca un momento clave en el ciclo agrícola. Durante el equinoccio, el día y la noche tienen aproximadamente la misma duración, señalando la transición del verano al otoño y del invierno a la primavera para el hemisferio sur o bien para nuestro equinoccio de primavera del 21 de marzo. 

Esta fecha tiene implicaciones importantes para la agricultura pues es el momento de cosecha para los cultivos de verano, como indicamos en el último post de este blog:

  • Maíz
  • Tomates
  • Pepinos
  • Calabazas
  • Frutas como manzanas y peras

Después de la cosecha, los agricultores comienzan a preparar la tierra para el invierno. Se desbrozan los campos retirando restos de plantas y maleza, se añade compost o estiércol para enriquecer el suelo de cultivo y se ara la tierra para darle aire y prepararla para futuros cultivos. Es un buen momento para planificar la rotación de cultivos para el año siguiente y dejar descansar algunas parcelas, lo que ayuda a restaurar la fertilidad del suelo y reducir la probabilidad de plagas y enfermedades.

Si echamos un vistazo a las antiguas civilizaciones como la mesopotámica (sumerios y babilonios), la griega, la romana, la china, la celta, la maya y la azteca (precolombinas), la egipcia o la indígena norteamericana, vemos que en todas ellas el equinoccio de otoño era un evento importante pues marcaba un momento de equilibrio entre el día y la noche y señalaba cambios cruciales en los ciclos agrícolas y religiosos que han fraguado en nuestra propia cultura. 

  • Sumerios y Babilonios: Las civilizaciones de la antigua Mesopotamia observaban cuidadosamente los cielos y tenían calendarios complejos. El equinoccio de otoño marcaba el inicio de su año nuevo en algunos períodos. Celebraban festivales como el Akitu, que incluía procesiones, rituales de purificación y la renovación simbólica del poder del rey.

  • Griegos: Para los antiguos griegos, el equinoccio de otoño era el tiempo de Eleusis, una celebración en honor a Deméter y Perséfone. Este mito simbolizaba el ciclo de la vida, la muerte y el renacimiento, reflejando la ida de Perséfone al inframundo y el inicio del otoño.

  • Romanos: En Roma, el equinoccio de otoño marcaba la celebración de Pomona, la diosa de los frutos y los árboles frutales. Los romanos celebraban con festivales y ofrendas de los frutos de la cosecha.

  • Dinastía Zhou y Han: El equinoccio de otoño era parte del calendario agrícola chino y marcaba el inicio de la cosecha. Celebraban con festivales como el Festival de la Luna (o Festival del Medio Otoño), que incluía la reunión familiar, ofrendas a la luna y la degustación de pasteles de luna.

  • Druidas: Los celtas celebraban Mabon, una festividad que marcaba el segundo período de cosecha. Era un tiempo de dar gracias por la abundancia de la tierra y hacer ofrendas a los dioses. Los druidas realizaban rituales y ceremonias para equilibrar las energías de luz y oscuridad.

  • Mayas: Los mayas eran astrónomos expertos y construyeron templos alineados con el sol, como El Castillo en Chichén Itzá. Durante el equinoccio de otoño, la luz del sol crea la ilusión de una serpiente descendiendo por la pirámide, representando al dios Kukulkán.

  • Incas: Para los incas, el equinoccio de otoño era un tiempo de preparación para la temporada de lluvias y la siembra. Realizaban ceremonias en honor al dios sol Inti y otras deidades relacionadas con la agricultura.

  • Antiguo Egipto: Aunque los egipcios no celebraban específicamente el equinoccio de otoño, observaban los cambios estacionales con precisión. El equinoccio caía durante la temporada de Akhet, la inundación del Nilo, que era crucial para su calendario agrícola.

  • Pueblos Ancestrales: Diversas tribus indígenas de Norteamérica observaban el equinoccio de otoño con ceremonias y rituales. Para muchas, era un momento de agradecimiento por la cosecha y de preparación para el invierno. Los pueblos construían estructuras como montículos y círculos de piedras alineados con los equinoccios y solsticios.

El equinoccio de otoño ha sido, es y seguirá siendo una fecha significativa para muchas civilizaciones antiguas, actuales y futuras que espeja, aunque cada vez con menor consciencia humana, la profunda conexión con los ciclos naturales y su importancia para la agricultura, la espiritualidad y la vida comunitaria. 

Esperamos que el ser humano tenga en consideración este importante cambio en el calendario y el ciclo natural y recupere los rituales para honrar a la madre tierra que tanta riqueza nos ofrece.

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