Hace poco pasábamos por delante de unas viñas de la finca de Vall Formosa cerca de Vilafranca del Penedès y junto a cada hilera de cepas había un rosal que las protegía.
Los rosales son los encargados de proteger la viña y avisar rápidamente al campesino de cualquiera de las malezas antes de que la cepa las sufra. Eso lo leí en un libro de Sánchez Piñol donde explicaba esta solución que exportaron de las viñas francesas después de la filoxera. Y ahora seguramente os debéis estar preguntando de quién protegía el sulfato de hierro. Pues, escuchando un podcast de La Tanina, Alan explica que el uso del sulfato de hierro se empezó a utilizar en la viña porque un campesino vio que todas las cepas cerca de caminos no eran tan productivas como el resto. Después de estar observando, tal y como dice la ciencia empírica, se dio cuenta de que los viajeros y la gente que paseaba por el lado de las viñas aprovechaba la uva de los márgenes para hacer una cata. Fue entonces cuando comenzó a rociar las cepas de los bordes con sulfato de hierro, que dejó un sabor áspero en la boca, evitando así la cata de los foráneos y ayudaba a la planta con el sulfato.
Dos maneras naturales de echar a los parásitos de las viñas.