Estos días de agosto paseando por las afueras de Palafrugell pude ver como una zona ajardinada con mallas antihierbas que también pueden ser las principales culpables de ver un jardín dejado y abandonado.
Las mallas antihierbas son realmente muy útiles para mantener el jardín limpio de malas hierbas y con la humedad que aguantan son un buen aliado para el acolchado artificial que les proporcionan.
Lo que nos puede pasar con una malla antihierba es que la grava que le ponemos encima favorezca el crecimiento de malas hierbas. Normalmente las gravas no llevan hierbas pero con el tiempo los espesores de grava, el viento y la humedad pueden ayudar arraigar por encima de la malla a las llamadas malas hierbas.
Es por eso que un jardín con romero y olivos para aguantar días sin riego, pueden verse acompañados de hierbas, y con el viento, lluvias y ayuda humana hacen que las mallas negras queden descubiertas, creando una mala imagen de la espacio que debía ser un rincón mediterráneo con olivos y arbustos de romero.
Sin un buen mantenimiento del espacio es muy difícil tener el jardín visualmente bonito, pero con gravas con una granometria más alta nos permitido crear espacios de aire por debajo de la superficie que impiden el arraigo de las hierbas no deseadas .
En ningún momento es una crítica del espacio de la fotografía pero me pareció un buen ejemplo sobre lo que nos podemos encontrar si en casa usamos las mallas pensando que nos lo harán todo.