Id(e)as de viaje: Occitania una de las perlas de Francia

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Compartimos una ruta simpática por el sur de Francia pensada para unos 4 días. Se trata del departamento de la Dordoña también llamado el “Périgord”. 


Pequeños detalles a tener en cuenta en Francia:

Los restaurantes cierran sus cocinas relativamente pronto en comparación con los horarios españoles por lo que si no queréis daros con las puertas en las narices, sugerimos que a más tardar, no lleguéis más tarde de las 13 y las 20. En algunos enclaves turísticos se puede tener la fortuna de hallar algún garito abierto que de buena gana servirán algún plato, pero no es lo general.

En algunos alojamientos, se os cobrará la tasa de viajero además del precio de la habitación. A estas alturas es más común y estamos más familiarizados con este impuesto. Leed la letra pequeña de las páginas web de reservas de habitaciones, estas avisan a los huéspedes. 

 

Si lo vuestro no son los hoteles y preferís algo más rural, “les maisons d’hôtes” son siempre una opción maravillosa. Es una manera de fundirse con el entorno y sumergirse en la cultura autóctona. Muchos habitantes ofrecen habitaciones en sus propias residencias y abren las puertas de sus casas para que los viajeros descubran la vida cotidiana de las familias. No se goza de tanta intimidad y anonimato como la clásica pernoctación en habitación de hotel, pero abrirse a esta experiencia hace descubrir un turismo mucho más respetuoso con el medio ambiente y con la cultura al zambullirse en el día a día de los habitantes.  

 

En cuanto a la gastronomía, los amantes del pato hallarán un pedacito de cielo en cualquier rincón de Occitania pues en los menús abunda la presencia del ave bajo toda suerte de formas y cocciones. El p(l)ato típico de la zona es el Cassoulet, que vendría a ser la fabada Occitana, con pato. Véase la receta más abajo. Un aviso a los alérgicos a las nueces, preguntad siempre si los platos, salsas, panes, bollería llevan este fruto seco porque en esa zona, de pato y nueces seguro que no careces.



Día 1: Carcassonne

Sobran las presentaciones. Esta es la ciudad medieval por antonomasia y resulta una parada obligada para admirar el castillo y sus murallas. Amantes del medievo, es esta una visita inexcusable por su cercanía a nuestro país.


Día 2: Albi y Saint-Cirq Lapopie

Al dejar Carcassonne y para no pagar peaje, nos dirigimos por carreteras secundarias a Albi, una ciudad cuya catedral deja sin aliento. Faltó tiempo para pararse en Cordes-sur-Ciel, otro pueblo digno de exploración, mas el día tiene tan solo 24 horas. De Albi resaltar el mercado y sus maravillosas callejuelas. Como anécdota para los amantes de los dulces, dejando la Catedral, se llega a una calle peatonal en cuyo inicio hay una chocolatería. Si alguien pasa por allí, decir que los “rochers”, unas rocas de chocolate con almendras, son exquisitamente divinos. 

Saint-Cirq-Lapopie es una ciudad a otro nivel y no solo porque se halla enclavada en la cima de una colina, sino porque parece sacada de un cuento de hadas. Merece la pena pagar los 7 euros de parking (tarifa única) para pasear por sus calles. No apta para corazones débiles, ni para minusválidos o jubilados en avanzada tercera edad. Uno se puede despeñar en menos de lo que canta un pato.

Día 3: Rocamadour y Sarlat la Canéda

Rocamadour es la tercera ciudad más visitada de Francia justo después del Mont-Saint-Michel y Carcassonne y al mirar hacia abajo desde el tejado del Castillo, uno puede comprender el porqué. La ciudad en sí no tiene mucho más que las vistas aunque la Unesco haya declarado la Basílica de Saint-Sauveur y a la Cripta Saint Amadour como parte de su patrimonio. Uno no deja de preguntarse: ¿Cómo diantres y a quién se le ocurrió construir allí encima? Podemos enzarzarnos en teorías y estudios históricos, pero no estamos aquí para escribir un tratado de arquitectura así que proseguimos el paseo hasta llegar a Sarlat-la-Canéda, otro maravilloso enclave histórico en el que vale la pena detenerse una noche.

Día 4: Sarlat la Canéda y Beynac et Cazenac

Desayunar los pecaminosos croissants franceses en Sarlat es como comprar un billete de ida y sin escalas al inframundo. No hay regreso a la bollería española una vez se ha probado la francesa. Todo está de vicio y la báscula atestigua de ello. Saboteamos la operación bikini para dejarnos llevar por Baco, los quesos, el confit de pato, la miel de la zona y un paraje de ensueño.

Beynac et Cazernac, a tan solo 16 km de Sarlat, se nos escurrió del mapa por falta de tiempo, y al estar tan cerca fue realmente una pena.


Esperamos que el país vecino os haya llamado un poquito la atención. Para cualquier info suplementaria, estamos a vuestra disposición.

 

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